Escribir lo que ocurre en una puesta en circulación es una trampa a la cual deseo escapar, abandonando convencionalismos facilistas y protocolos de redacción que llaman a amoldarse a un patrón conocido.
El amor tiene variadas formas de ser. Desde el pasional que se expresa de tantos modos, hasta ese que es fiel, tranquilo, constante que hace del reconocimiento de los dotes y talentos de alguien que no reclama ni pasa factura emocional, pero que se alegra cuando, ese afecto inmenso se hace presente enel momento adecuado.
Pocas veces había visto tan decorado no solo por el cuidadoso estilo de Alfaguara sino por el amor comprometido, la admiración profesional, la amistad a toda prueba y la pasión por la buena literatura como estuvo anoche El Palacio Consistorial, escenario tremendamente concordante con el ambiente descrito en la novela El Grito del Tambor, de Emilia Pereyra, editado por Alfaguara, pieza que abre un filón temático para la novelistica nacional y que deja ver, nueva vez para quienes estamos cerca de su obra, el talento cuidadoso, detallado y persistente de una autora que no hemos puesto todavía en el lugar que le corresponde.
Con su padre de frente, con una presentación deliciosa tal cual ha acostumbrad a sus audiencias como lo sabe hacer crítico y escritor José Rafael Lantigua.
La Pereyra seleccionó ficcionar hechos históricos lo que impone una rigurosidad en la data y un vuelo creativo que no andan silvestres en la sabana.
El, en un estilo que demanda una investigación previa, que tiene que situarse en los ambientes y desde ellos, logra el milagro de la cristalización literaria de una pieza de largo esfuerzo que se lee con adictiva actitud. Nos atrapó con esas necesarias garras que salen sólo cuando hay una capacidad narrativa que no hace volteretas innecesarias y que constituyen un legítimo y auténtico ejercicio de imaginación bien administrada.
Se trata de un relato sobre el asalto y sitio que sufrió la ciudad de Santo Domingo a manos del corsario inglés Francis Drake en enero de 1586, en el marco del enfrentamiento imperial de las coronas de España e Inglaterra por el dominio de mares y colonias.
La novela reconstruye aquel terrible hecho del período colonial: colonos y criollos, autoridades y vecinos, invasores y saqueadores, esclavos y amos, diplomáticos y religiosos... Y la ciudad, que arde y sucumbe.
Emilia: “Leyendo unos libros de historia encontré el suceso de la invasión de Francis Drake. Supe enseguida que tenía que novelarlo. Me cautivó. Quise escribir una novela abarcadora, que revelara el mundo de entonces y que trascendiera la vida aldeana. Me parece que la obra refleja el cosmos ‘globalizado’ del siglo XVI y la crueldad como manifestación de significativos conflictos imperiales”.
El Grito del Tambor es una de las mejores novelas de la narrativa
dominciana de los últimos decenios por el valor que aporta al poner en valor el tema histórica,
hacerlo con una fuerza descriptiva de gran poder descriptivo y fundamentarse haberle añadido un imaginario
que transporta al lector al escenario de los hechos.
José Rafael Lantigua,
al presentar ante cientos de escritores, historiadores e invitados especiales
de Alfaguara y la autora de El Grito del Tambor, Emilia Pereyra, en el elegantemente
colonial salón principal del Palacio Consistorial, cedido para estos fines por la Alcaldía del Distrito
Nacional.
El
presentador dijo que la autora ha recuperado hechos históricamente de los que
solo se tiene noticias mediante unas clases en el programa de historia de la
educación primaria.
Lantigua realizó
una de esas presentaciones rica en interpretaciones de alto vuelo intelectual,
proclamando que el problema de la literatura nacional no es que se escriba “la gran novela
dominicana” sino que se siga escribiendo novelas con fuerza, sentido estricto
de investigación de sus datos
La
intervención de Lantigua fue intelectualmente
deliciosa y seguida puntoa punto. Hizo un recorrido por el texto de largo
esfuerzo de la novelista, haciendo revivir la gracia y el drama de varios de
los pasajes, incluyendo la crueldad del saqueo, el enamoramiento de Francis
Drake de una negra impresionante que le advirtió que moriría en América, tal
cual ocurrió diez años más tarde en Panamá por disentería.
Emilia
Pereyra, que se mostró agradecida por la cantidad de personas que asistió a la
presentación, indicó que desde que
conoció las características de lo que fue aquel mes de saqueo de 1586, cuando
se instaló en la Catedral Primada
de Santo Domingo hasta que se le pagó uina dote de 25 mil ducados como rescate para retirarse, además de otros
recursos que se llevó, junto a esclavos
y esclavas en sus galeones.
La
directora de Editorial Afaguara en el país, destacó que la narración que se
presentaba constituia una de las piezas narrativas más importantes que ha
procesado esa empresa por la calidad de su exposición, su base documental y su
ambiente detallado de época.
Editorial
Alfaguara se esmeró en una edición cuidadosa para una narración novelada que
abre el tema de los corsarios ingleses a literatura dominicana. Se destaca el
cuidado en la realización de la portada, a cargo de Rosángela Bichara,
residente en NY y contratada por la empresa editorial para esa labor.
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