CANNES. Francia. Cuando una película mexicana va a
tocar el tema migratorio hacia Estados Unidos, se produce la misma sensación de
recurrencia ya conocida cuando se sabe que conducen a uno más de los
inamovibles temas y ejes del cine latinoamericano, que incluyen lo político,
generalmente a partir del autoritarismo de las dictaduras militares, las
historias personales que vinculan amor, tragedia y humor y una que otra novedad
creativa.
Pero con La Jaula de Oro, del director de origen
español y naturalizado mexicano, Diego Quemada-Diez camarógrafo por muchos años
del respetable director Alejandro
González Iñárritu, acaba de presentar en el certamen Una Cierta Mirada, en la
que 27 óperas primas compiten por la Cámara de Oro, en el Festival Cannes 66.
El que logra Diego Quemada es un cine de compromiso social que respeta el discurso visual, alejado del camino conocido y del panfleto nacionalista, para entonar un canto al respeto por la vida, como valor universal.
Diego Quemada apuesta por la capacidad actoral de
tres jóvenes , todos menores de 17 años, en los que recae el peso de la cinta
que cuenta con belleza y crueldad, lo que pasan los inmigrantes que, desde
Guatemala, toman ruta hacia México para pasar a Estados Unidos.
La belleza de los paisajes, que incluyen bosques,
selvas, desiertos, quebradas, contrasta con la geografía humana de traficantes,
asaltantes y secuestradores de los inmigrantes, en cuyo entorno, el
director logra subrayar el valor de la amistad verdadera entre gente de la
misma condición social de explotación y lo logra por medio de actuaciones
juveniles, de esas dotadas de la autenticidad histriónica que no demanda la
experiencia de los anos ante pantalla.
Quedan de resalto hechos conocidos y no sancionados
como el asesinato por francotiradores civiles norteamericanos
contra de un indito guatemalteco, tanto en nombre del patriotismo “Made In
USA”.
El que logra Diego Quemada es un cine de compromiso
social que mantiene vigentes y respetadas las normas del discurso visual,
que se aleja del camino conocido y del panfleto nacionalista para entonar un
canto al respeto por la vida, como valor universal.
La Jaula de Oro de una cinta valiente, de
estructura no convencional, sin desperdicios, con un manejo de cámaras, con una
capacidad para captar el espíritu interno de los personajes y los procesos.
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