La Bella y la Bestia consagra nuevas generaciones artísticas

La Bella y la Bestia, en versión de Jam Academy
El fin de semana ha servido de mucho: se ha extinguido con los montajes de La Bella y la Bestia en el Teatro Nacional , por una parte, y del Festival AFA, en el Palacio de Bellas Artes,  toda duda sobre la generación de relevo que requería la escena dominicana de cara al teatro musical,  como el género de más difícil y escabrosa producción por la suma de disciplinas  artísticas y técnicas que involucra: canto, teatro, danza y coreografía  además de vestuarios, maquillaje, diseño de luces, escenografia y otros aspectos.


El montaje de esta versión de La Bella y La Bestia excede la perspectiva de un espectáculo teatral y musical que sirve de graduación a la promoción de una institución educativa para internarse en la necesidad de formar parte de las nuevas generaciones del escenario dominicano.



El Teatro Nacional se vio coronado por una  prometedora oleada de talento de niños jóvenes que ofrecieron con el montaje de musical teatral La Bella y La Bestia, una demostración que asegura el futuro y el presente de la sucesión generacional del género,  el más desafiante de las artes escénicas por la cantidad de técnicas que demanda para su realización.


Entender cómo se alcanzó este nivel de realización artística  a partir de un material tan naciente al arte como apuntan las edades de estos niños y jóvenes, demanda entender la voluntad y experiencia de sus profesores de artes escénicas, conocer el proceso de enseñanza y hacerse vecino de la idea de que los imposibles son posibles cuando se trabaja por ellos.


El musical, de trece escenas y dos actos, resume cuidado, sentido de producción, desarrollo al máximo de talentos nuevos recién iniciados a una carrera que no termina nunca de procesar sus instrumentos y recursos.

La historia clásica del príncipe que se transforma en bestia a consecuencia de su falta de solidaridad, tuvo en este montaje una representación no solo digna y hermosa. Su valor transita una ruta de  dignidad estética,  sentido cuidado  de la escena, un lirismo visual que se une a una bien lograda  destreza histriónica.


Súmese entonces  una  coreografía trabajada  con gracia y perspectiva, una escenografía concebida y realizada con la espectacularidad necesarias, sin excederse en artilugios fuera de lugar evitando recargos visuales, efectos especiales limpios y simbólicos a lo que se agregan  vestuario y maquillaje entendidos en la importancia de su aporte al trabajo de conjunto.

La experiencia de este montaje apunta con sentido de promesa cumplida, que el país tiene la capacidad de asegurar que el teatro musical, en particular, y el teatro en general, no dejará de contar con nuevos y consistentes talentos.


La producción de La Bella y la Bestia   es un punto más en el tejido firme y el entramado tan complejo como prometedor, del cual forman parte otros proyectos, como el de la Academia AFA, de Amaury Sánchez, inspirados todos ellos en  la trayectoria que abrió Nuryn Sanlley con su saga de musicales infantiles.


El montaje de La Bella y la Bestia, realizado con los permisos autorales de Disney Bauty an The Beast, fue responsabilidad de Jam Academy  con Elizabeth Sánchez (producción y dirección de voces); Luis Marcel Ricard (dirección), Gracielina Olivero (coreografía) y Yeimy Díaz (escenografía y línea gráfica), Carlos Ortega (Realización escenografía), Stephanie Guzmán (asistencia montaje) y Amaury Esquea (regiduría).

Luis Marcel Ricard (diseño vestuario, maquillaje), Milagros Placencia (realización vestuario) y José Lantigua (asistente de producción).  Bellas es Gabriela Sánchez y el Principe y Bestia, Carlos Martínez.










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