Tras ver Cristo Rey (Leticia Tonos,
2013) queda en la garganta el delicioso sabor del cine hecho a conciencia, con
respeto de sus lenguajes y recursos y,
sobre todo, por haber plasmado en
pantalla un perfil cinematográfico
dominicano diferenciado y vívido. Es una de las mejores producciones del 2013
para el cine criollo.
Cristo Rey altera el cuadro de
honor formado con lo exhibido hasta el momento e integrado por tres trabajos de calidad superior para
replantearse cuál de ellas puede resultar mejor:
·
La Montaña (Taba Blanchard) documental dramático)
·
Quien Manda (Ronny Castillo), comedia romántica
·
Biodegradable (Juan Basanta), ciencia ficción
Cristo Rey, que llega a pantallas
con los últimos días del 2013, era esperada, esperadísima tras haberse
concluido y haber sido aceptada para la competencia oficial del Festival de
Cine de Toronto,
Decir que es la mejor del año puede
que sea arriesgado, aun cuando ha habido
quienes, con conocimiento del cine, como José De Laura, quien ha dejado saber
que ciertamente es la mejor de todas, juicio radical y terminante, con el que
coincidimos.
Cristo Rey es muestra de una
directora dominicana, muy vinculada familiarmente al sector, la Tonos, y
quien se las ingenia para crear junto al guionista Alejandro Andújar, un
mundo de vinculaciones afectivas y sociales en el marco de un barrio popular y
signado por las diferencias.
Con Cristo Rey, drama de acción que
cruza con enorme sentido de oportunidad la cuestión migratoria de los haitianos
de padres dominicanos, no solo se disfruta de una buena producción de cine.
La película de Leticia Tonos, única
directora de largometrajes y una de las conciencias artísticas que ha tenido
buen manejo en su trayectoria, ofrece una producción profesionalmente muy digna
en el uso sus recursos: fotografía, edición y la banda música.
El filme retrata con belleza y tremendamente
bien presentada, la personalidad auditiva de un barrio popular, a lo que se
agregan actuaciones bien desarrolladas, pese a algunos lugares comunes (como el
estereotipo del jefe de la mafia local (el Bacà), una cierta distancia entre el
biotipo pero que todos juntos
estos factores se pasan inadvertidos a la hora de las conclusiones evaluativas
y no llegan a opacar la fuerza
expresiva, la forma en que devela la vida vibrante de este barrio y el interés
por una trama que dará mucho de qué hablar en el sentido positivo.
Con este drama bien fotografiado
por Kika Ungaro y con una banda musical, creada por David Armengold y ejecutada
por estudiantes de música de escuelas barriales, lo que se tiene es un producto
fílmico de consistencia, bien logrado y con perspectivas de
internacionalización, sobre todo hacia Europa y Estados Unidos, proyectando una
realidad tan local vestida de universalidad.
Este empeño musical-popular
distingue la película desde su inicio, uno de los mejores logrados que hayamos
visto para el cine local y que, en base a su perfección acústica armoniosa y
coreografía, debe quedar como una muy buena secuencias del cine dominicano.
Al retrato social del populoso
barrio, se agrega una exigente dirección de cámaras y una edición (a cargo de
Angélica Salvador bajo el seguimiento de la directora Tonos).
La cinta llega a pantallas en el marco
de una situación nacional en la cual las relaciones migratorias de RD con Haití
se encuentran en un momento crucial, pero la cinta trascenderá la coyuntura en
la medida en que es un arte consistente con criterios que sobrepasan el
instante presente.
La producción incluso es una
muestra de las grandes jornadas que en el arte y otros campos, podrían tener la
República Dominicana y Haití.
James Santil (Janvier) hace el
apuesto joven haitiano que se ve inmerso en una trama de mafias locales y el
amor que le une finalmente con Akari Endo (Joselyn), a quien le hubiéramos disfrutado más si dominara el “tigueraje” del barrio popular, y el co-protagónico de
Yasser Michelén (Ruddy), conforman el trío fundamental de actuaciones,
alrededor del cual se mueven los demás talentos. Sus actuaciones revelan una
organicidad bien lograda y un empeño en dar lo mejor en cada uno de los roles.
2 Comentarios
¿Quién Manda? es de cuestionable calidad, mejor que otras comedias, pero pretender llevarla a los Oscars es una broma, La Montaña SI pudiera haber tenido opciones.