Lo que no es el Festival de Cine de Guadalajara

María Victoria, legendaria  actriz del cine de México en la ceremonia de
 inauguración del FICG, © FICG/ Paola Villanueva Bidault.
GUADALAJARA. Pretender que el Festival de Cine de Guadalajara es solo un importante encuentro (probablemente el más trascendente) de cineastas, productores, cinéfilos y críticos, supone tener tan solo una parte de la verdad, si siquiera la que verdaderamente importa.

Quien se siga imaginando que el Festival Internacional de Cine de Guadalajara es eso: un festival de cine,  grande, muy grande, con muchos países y con premios a ganar, tiene una idea bastante parcial de lo que es este acontecimiento en la realidad.

El de Guadalajara es la marca latinoamericana en lo que se refiere al empuje y la creatividad de la industria cinematográfica, pero cuando se mira a sus adentros, la realidad desborda el afanoso ámbito de lo ferial, de lo mercadeable, de lo que temáticamente aporta a la gran pantalla el vigoroso cine independiente, frente a un Holywood que debe estar mirando con envidia la productividad temática que se gesta lejos de sus estudios. Un Holywood que le ha concedido el derecho de ser el que seleccione las películas latinoamericanas a la nominación por mejor película en idioma español.

El Festival Internacional de Guadalajara, es un universo que bien puede servir para medir la calidad que tiene la persistencia humana ante los retos y desafíos.

El director irlandés Jim Scheridan recibe su homenaje en la apertura del FICG
 © FICG/ Paola Villanueva Bidault

El FICG en números es desbordante: 500 proyecciones de unas 400 películas; 32 pantallas, que incluyen los más importantes complejos de cine comerciales y las de la Universidad de Guadalajara (madre, por así decirlo, del Festival); 800 empresas de la industria aquí representadas; 18
películas de ficción latinoamericanas en competencia; 17
documentales procurando el Premio Nayahuel; 10 producciones animadas en competencia; un Premio Maguey para películas sobre  diversidad sexual. (debe ser el único festival que otorga un espacio institucional a las cintas sobre y desde las minorías eróticas) y  un Premio Mezcal para la mejor película mexicana.

En tamaño e importancia le sigue el Festival Bafici, (Buenos Aires Internacional Festival de Cine Independiente que se realiza anualmente en la Ciudad de Buenos Aires. Luego están el Bogocine (Colombia). 

La actriz María Victoria es recibida en el escenario por Myriam Vachez en la gala inaugural del 29º Festival Internacional de Cine de Guadalajara,© FICG/ Paola Villanueva Bidaulteyenda

Para el que llega 
Para quien llega desde un país  caribeño, resulta impactante la entrega que evidencian mediante su trabajo, desde la dirección general del evento, hasta los jóvenes voluntarios que apoyan las diversas jornada,  incluso más allá del cumplimiento de una responsabilidad. Se trata para ellos de un motivo de alegría por el cual vivir.
Se trata de un motivo existencial de alegría vestida de trabajo  que une a ejecutivos y voluntarios, a directores y productores, a actores y cinéfilos,  que, por pura suerte, gira ahora en torno a una expresión artística e industrial que resulta demasiado trascendente para ser solo objeto de un gran festival anual, aun cuando se trate del más importante y mejor acabado  de los producidos en América Latina.

Apuesta Cultural

Iván Trujillo, el director del FICG, apunta a EL NACIONAL, que el Festival tiene que ser una propuesta cultural de la ciudad como tal.

“No es fácil hacer un festival en una ciudad como Guadalajara. Los grandes festivales, Cannes, Venecia, Berlín, San Sebastián son en ciudades “caminables”.  El festival debe ser una apuesta cultural de la ciudad” indica Trujillo.

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