Cuando un pais tiene que hacer una movilizacion de opinion publica para proteger un enclave natural de la depradacion autorizada,entonces parece que se ha perdido todo sentido. Lo que se pretende con Loma Miranda es una muestra de la necesidad de conciencia en las propias autoridades. Luis Carvajal nos detalla el valor de este punto en base a una amplia documentacion cientifica.
LOMA MIRANDA*
Luis Carvajal, Academia de Ciencias, Comision Ambiental de la UASD
Loma Miranda es una extremidad de la Cordillera Central, quien a su vez
 es la columna vertebral de la República Dominicana y la Isla La 
Española. Justamente en su cintura y en 
el medio de la cuenca Yuna (bautizada como Yuna - Camú por nuestros 
aborígenes), la segunda más grande pero la que capta más humedad del 
territorio nacional, se levanta tímidamente esta montaña, con una 
inmensa alfombra de coníferas al lomo y escurriendo agua en forma de 
arcoiris (Valle de Bonao y Valle de La Vega Real).
Desde el 
punto de vista político - territorial, Loma Miranda se encuentra en la 
frontera entre las provincias de Monseñor Nouel y Concepción de la Vega,
 donde los municipios de Jima y La Vega se dan las manos. Esta montaña 
está separada unos 17 kilómetros de La Vega y apenas unos 7 kilómetros 
de Jima; siendo Sabana del Puerto y Manaclitas sus dos asentamientos 
humanos más importantes. El primero está en su pie de monte y el otro en
 su cima.
De acuerdo a la clasificación ecosistémica de Holdridge (12), en Loma Miranda concurren tres zonas de vida:
• Bosque húmedo Subtropical (bh-S) en el plano basal o pie de monte
• Bosque muy húmedo Subtropical (bmh-S), en las faldas o laderas y
• Bosque muy húmedo Montano Bajo (bmh-MB) en la cúspide, más hacia la Loma de Guarey.
Tres zonas de vida para una sola montaña resulta ser altamente complejo
 y biológicamente muy frágil. Este solo parámetro es un claro indicador 
de su sensibilidad ecológica y su altísima vulnerabilidad para las 
actividades mineras; cuya secuela deletérea podría desencadenar procesos
 degenerativos o de simplificación y fragmentación de hábitat 
injustificables.
Desde el punto de vista de la clasificación 
ecosistémica basada en un sistema de Provincias Ecológicas (3), es fácil
 distinguir a simple vista dos formaciones ecológicas dominantes y 
varias asociaciones:
• Formación del bosque húmedo de zona montañosa (BH-zm) en el pie de monte de la Cordillera Central.
• Formación bosque de coníferas de la zona intermedia (BC-zi), 
compuesta por la zona pinera que se levanta desde sus laderas hasta su 
cúspide.
Entre las Asociaciones Ecológicas más importantes se deben destacar:
• Los bosques de galería del Río Jaguey y varios manantiales que se 
desprenden tanto hacia Norte - nordeste (Valle de la Vega Real), como 
hacia el Este - Sureste (Valle de Bonao).
• Aguas lóticas o 
fluviales (Río Jaguey y Charco - cascada de Acapulco) entre las 
múltiples escorrentías iniciales o manantiales.
• Bosque mixto bastante representativo en algunos casos, donde la mezcla de coníferas y latifoliadas es claramente visible.
Diversidad Biológica
Esta formación orográfica (Loma Miranda), es el extremo septentrional 
del "Continuo Ecológico" o "Corredor Biológico" que va de Norte a Sur, 
desde La Vega (Miranda - Casabito) hasta Baní (La Barbacoa - La 
Tachuela), pasando por Bonao (La Calentura - El Pichón), Villa 
Altagracia (La Humeadora - Los Botados) y San Cristóbal (Muchagua - El 
Manaclar), con una extraordinaria riqueza de plantas y animales 
endémicos o autóctonos y con diferentes grados de amenazas (13). 
Se trata de la segunda subregión con mayor nivel de endemismo del 
territorio nacional, siendo superada solamente por la Sierra de 
Bahoruco, la principal mina de vida de la República Dominicana (15). En 
este corredor cordillerano se han identificado hasta el presente, unas 
423 especies botánicas endémicas y 62 animales que han evolucionado en 
la cima de estas montañas (13).
Otros estudios más puntuales 
(11) indican que La flora vascular del área de estudio está compuesta 
por 410 especies de Espermatofitas, las cuales corresponden a 316 
géneros en 98 familias, y las Pteridofitas (helechos y aliados) son 34 
especies, para un total de 444 especies correspondientes a 316 géneros. 
Estos datos indican que la riqueza botánica es algo proverbial. Hay un 
caso digno de resaltar y es la presencia destacada del Pinus 
occidentalis, quien reina en las cumbres cordilleranas, pero que nunca 
desciende tanto hacia las llanuras como lo hace en la cortina verde de 
Loma Miranda. 
Sin temor a equivocaciones, esta conífera 
endémica de La Hispaniola representa uno de los ecosistemas más valiosos
 del país, no solo por descender hasta puntos increíblemente bajos, sino
 por las extrañas asociaciones ecológicas de bosques mixtos, que forma 
precisamente en sus fronteras con el bosque latifoliado húmedo de 
laderas y de pie de monte.
La fauna animal, por su diversidad 
estructural y funcional, es la menos conocida; pero lo que se conoce es 
suficiente como para comprender su heterogeneidad, sus niveles de 
endemismo, sus valores e importancia como ente dinámico de la 
biodiversidad y sustento del equilibrio ecológico que debe reinar en 
todo espacio natural estable.
Los inventarios realizados a 
nivel de reconocimiento hablan de una buena representatividad de la 
avifauna, con más de 30 especies avistadas especialmente en Loma Miranda
 y su entorno inmediato; una importantísima representatividad autóctona 
en anfibios y reptiles; donde los niveles de endemismo rebasan el 85% en
 el primero y el 83% en el segundo (13). 
Estos niveles de 
exclusividad en la fauna, muy especialmente en la más estable, asociada 
al medio físico, como son los reptiles y los anfibios, son elementos 
indicadores de la integridad y funcionabilidad de los ecosistemas que 
los alberga. 
Riqueza Florística
La flórula de Loma 
Miranda acusa una enorme riqueza botánica, pues en su reducida extensión
 geográfica, le da albergue a 444 especies y una asombrosa diversidad de
 géneros, con 316, casi una especie por género. Eso es algo casi 
inaudito y de muy difícil repetición en el territorio nacional. Esta es 
una densidad de género que supera cualquier ambiente continental, no 
importa lo rico y diverso que sea.
Es muy probable que ni 
siquiera en las áreas protegidas mejor conservadas del país, encontremos
 algo parecido. Este solo elemento es suficiente como para cuidar este 
espacio de todo tipo de intervención que pudiese poner bajo riesgo la 
integridad ecosistémica de Loma Miranda. Pero todavía hay algo más 
grandioso y espectacular, en este reducido espacio que a lo mejor no 
representa ni el 0.01% del territorio nacional y todavía más, no 
representa ni el 0.001% de la isla. tenemos casi la mitad de las 
familias hasta ahora conocida para la isla de la Hispaniola. 
Eso quiere decir que en menos de 50 kilómetros cuadrados, tenemos la 
mitad de las familias botánicas que existen en 48,670 kilómetros 
cuadrados, si solo consideramos el territorio nacional y más grande aún 
si consideramos que este diminuto espacio, tenemos la mitad de las 
familias que existen en los más de 77 mil kilómetros cuadrados de la 
isla. 
Estas curiosidades de la naturaleza que jamás puede 
presentar un espacio continental es lo que hace grande a un país insular
 como el nuestro. Loma Miranda tiene 444 especies de plantas 
correspondientes a 316 géneros, agrupados en 95 familias. Estos 
levantamientos de campo realizados por el equipo técnico del Jardín 
Botánico Nacional nos indican que todavía Loma Mirando puede presentar 
más sorpresas cuando se haga un levantamiento florístico mucho más 
detallado, pues los dos inventarios que arrojan estos datos, 
corresponden a exploraciones circunscritas al espacio que probablemente 
fuera utilizado para la explotación minera. 
Las expectativas y
 curiosidades científicas de Loma Miranda se magnifican si consideramos 
que los taxónomos y expertos en botánica sistemática lograron 
identificar 20 especies más o que no fueron reportadas en la lista de 
especies anteriores. Estas 20 especies botánicas nuevas fueron 
localizadas en parcelas muestrales construidas dentro del bosque 
latifoliado húmedo, donde se realizaban las exploraciones mineras.
Estos mismos técnicos del Jardín Botánico Nacional "Dr. Rafael María 
Moscoso" revelan otros datos más curiosos todavía y es que en el entorno
 inmediato, pero fuera del área que era objeto de las exploraciones 
mineras, se encontraron 18 especies de plantas más que tampoco fueron 
identificadas en los inventarios del 2007 ni del 2008, elevando a 38 las
 especies que se deben sumar a las 444 del último de los inventarios 
botánicos. 
Esto es para maravillar a cualquier especialista o 
experto en la materia, porque no solo es que se encontraron 38 especies 
nuevas, sino, 20 géneros botánicos nuevos y tres familias botánicas 
adicionales; de manera que ahora, en estos precisos momentos; Loma 
Miranda tiene una riqueza florística de 482 especies, agrupadas en 336 
géneros y 98 familias. 
En loma Miranda hay una buena 
representatividad de la cobertura vegetal imperante, donde se encuentran
 todo los tipos biológicos o formas de vida las cuales se clasifican por
 su hábito de crecimiento, donde hay desde hierbas (herbáceas) hasta 
árboles, que son los dos tipos biológicos predominantes; pero también 
existe una buena representatividad de arbustos, lianas y trepadoras 
(reptantes). El sotobosque dominado por herbáceas en las áreas 
perturbadas, se convierte en herbáceas de hojas anchas, que se asocian a
 los helechos en los ambientes más húmedos y debajo del bosque; también 
se encuentran algunas palmas (etípites), formando parte del universo 
florístico tan especial que allí se concentra.
Con respecto a 
su distribución original, vale decir, su estatus biogeográfico, las 444 
especies encontradas en los inventarios botánicos, se distribuyen de la 
manera siguiente (11):
• 46 son endémicas de la isla Española, para un 10% de endemismo y en cambio;
• 319 nativas, un 72%  y 
• 78 exóticas o introducidas  (un 17.5%), de las cuales 38, se encuentran creciendo espontáneas o naturalizadas. 
• Las restantes 40, aún se hallan bajo cultivo o de forma persistente 
en áreas antropizadas abandonadas, bien sea de agricultura o de 
ganadería y en lugares donde se fabrica carbón vegetal.
Es 
decir, las especies autóctonas compuestas por las endémicas y las 
nativas, representan un 82% de las plantas presentes, indicando el 
predominio total de las mismas en los ambientes y ecosistemas 
estudiados. Conviene señalar que entre ellas se encuentran especies 
raras, poblaciones muy bajas de algunas especies propias de la zona y 
otras que aunque se encuentran en casi todo el país y hasta en el resto 
de la isla de La Española, enfrentan diferentes grados de amenaza. 
De las 6,000 especies de plantas vasculares que crecen en La Española, 
según los últimos conteos de técnicos del Jardín Botánico Nacional de 
Santo Domingo, unas 5,500 son exclusivas de la República Dominicana (8).
 Se estima que aproximadamente un 20% de la flora dominicana confronta 
problemas de conservación, donde Loma Miranda puede ser uno de los 
únicos buenos refugios que aún le quedan a algunas especies como el 
Candongo, Manacla Colorada y el Cacao Cimarrón (7).
Variedad y Singularidad de la Fauna
Precisamente para Loma Miranda y su entorno (cabecera de los ríos 
Jayaco, Jaguey, Pontón...), están reportadas varias especies de 
invertebrados endémicos que se encuentran sumamente amenazados. Para la 
misma zona que la minera Xstrata Nickel Falcondo intenta explotar a 
cielo abierto, se reporta una mariposa hermosísima conocida como 
Damisela Gigante de la Hispaniola (Phylolestes ethelae) (15).
Lo mismo ocurre con las Ranitas Osteopilus vastus (también conocida como
 Hyla vasta) y la Eleutherodactylus minutus, también reportadas para el 
sistema Miranda - Casabito (13). De igual manera se reporta la presencia
 de algunos reptiles endémicos como la Culebrita Ialtris agyrtes y la 
presencia de aves con distribución sumamente restringidas como el 
Zumbadorcito de montaña (Mellisuga minima). 
Los inventarios 
sobre la Avifauna de Loma Miranda y su entorno hacia Guarey, consultados
 por el Cuarto Informe sobre Diversidad Biológica indican la existencia 
de al menos 33 especies de aves agrupadas en 19 familia (13). Entre las 
aves identificadas se encuentran unas 16 especies residentes, 6 son 
nativas pero también habitan en las Antillas Mayores, 9 son endémicas de
 la Hispaniola y una migratoria viene a reproducirse en el país y una 
introducida.
Un elemento digno de atención especial, es el 
Zumbadorcito (Mellisuga mínima), el cual se le vio anidar en los bosques
 de Miranda, específicamente en el bosque de galería del Río Jaguey. 
Esta es una de las aves más pequeñas del mundo, superada únicamente por 
Cuba que tiene un zumbadorcito aún más pequeño que el nuestro.
Aunque ninguna de las especies presentes en Loma Miranda, de acuerdo a 
las categorías de amenaza establecidas por la Unión Mundial para la 
Naturaleza (UICN) y Bird Life International, se encuentran en peligro; 
ni siquiera las listas nacionales reportan algún riesgo; pero algunas 
aves se encuentran incluidas en CITES.
La Cuyaya (Falco 
sparverius, nuestra pequeña Águla); el Zumbadorcito (Mellisuga mínima), 
el Zumbador Esmeralda (Chlorostilbon swaninsonii) y el Zumbador Grande 
(Anthracothorax dominicus);  se encuentran enlistadas en el apéndice II 
de la Convención que regula el Comercio Internacional de Especies 
Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, mejor conocida como CITES.
En cuanto a las especies de los grupos de Anfibios y Reptiles, se 
reportan 12 especies del primero (en 4 familias) y 20 especies del 
segundo (agrupadas en 11 familias). De los anfibios hay 10 especies 
endémicas (un 83%) y dos son introducidas. De los reptiles, 17 son 
endémicas (un 85%), dos son nativas y una introducida (13). 
Con respeto a las amenazas, hay cinco especies de reptiles amenazados y 
tres para los anfibios. Tanto los anfibios como los reptiles, son 
especies relativamente estables y si encuentran en esa proporción tan 
elevada de endemismos, pues es un elemento clave a la hora de valorar la
 calidad de los ecosistemas y ambientes que lo sostienen.
Clima e Hidrología Oculta
Loma Miranda recibe directamente los vientos alisios del nordeste 
provenientes del Océano Atlántico, a través de la inmensa llanura del 
Valle de la Vega Real o Valle del Cibao Oriental; pues esta montaña es 
el primer obstáculo, el primer muro o la primera barrera natural que se 
levanta al fondo del corredor del Yuna, esa planicie que se extiende 
desde la Bahía Escocesa - Bahía de Samaná hasta el pie de monte de la 
Cordillera Central.
Es por estas condiciones naturales 
excepcionales que Loma Miranda se convierte en una especie de "Esponja 
Natural" (4) o alfombra verde que absorbe la humedad que arrastran las 
nubes, las condensa y las convierte en lluvias. Y aunque muchas veces ni
 siquiera llueve, pero como la vegetación natural en las laderas 
montañosas se oponen a los vientos alisios, las nubes se precipitan o 
chocan contra la vegetación, provocando un fenómeno que se conoce como 
"precipitación horizontal".
La Precipitación Horizontal 
consiste en que las nubes, al chocar contra la pantalla verde del 
bosque, cada árbol en pie se convierte en una trampa natural que atrapa 
las gotitas de las nubes, las cuales se condensan en las hojas, las 
ramas y el tallo, cuya humedad luego se escurre por la corteza, 
provocando otro fenómeno asociado conocido como "flujo de los tallos".
El flujo de los tallos es la humedad que poco a poco comienza a 
escurrirse silenciosamente, imperceptiblemente y a veces, hasta con el 
goteo constante del follaje, provocando una mayor cantidad de agua que 
llega al suelo y que al llegar, por ser fruto del escurrimiento, no 
corre, sino que se infiltra, provocando otro fenómeno que se llama 
"flujo subsuperficial", que es el movimiento del agua por la epidermis 
del suelo o capa subsuperficial de la tierra.
Este flujo 
subsuperficial contribuye a llenar los poros del suelo, las lagunas o 
lagos subterráneos que forman la napa freática, los cuales se llenan 
paulatinamente y luego se rebosan creando miles y miles de diminutos 
manantiales, que luego se convierten en cañadas, arroyos, riachuelos que
 luego toman cuerpo y se convierten en los innumerables ríos que luego 
descienden torrencialmente hasta remansarse al llegar a las llanuras 
(3).
Estos fenómenos asociados de precipitación horizontal, 
flujo de los tallos asociados al goteo persistente y posteriormente el 
flujo subsuperficial; son tres fenómenos asociados del bosque nublado 
que los instrumentos meteorológicos (pluviómetros), no registran, pero 
que es un ingreso real de agua que llega al suelo y luego al manto 
freático que mantiene con agua y un flujo permanente en las fuentes 
acuíferas que provienen de las montañas más expuestas a los vientos 
locales que se precipitan o chocan una y otra vez con la vegetación 
natural que se le opone.
Este fenómeno múltiple asociado que se
 ha consensuado entre los especialistas llamar como "bosque nublado", es
 uno de los temas emergentes de la hidrología que se viene estudiando en
 el mundo durante las últimas tres décadas, asombrando a la comunidad 
científica al comprobarse, que sin que llueva verticalmente como vemos 
caer el agua desde el cielo, los árboles están sustrayendo u ordeñando 
las nubes para pasar la humedad directamente al suelo.
De esta 
manera se ha estimado que algunos bosques nublados atrapan hasta 170 
veces más agua que toda la que cae durante el año como precipitación 
normal (4). En otras palabras, la precipitación horizontal, que no miden
 los pluviómetros porque el agua se escurre directamente desde las nubes
 hasta el interior del suelo; produce casi el doble del agua que ingresa
 al bosque como lluvia o precipitación vertical, que sí es registrada 
por los pluviómetros.
Ese es el verdadero aporte silencioso que
 hace el bosque nublado, donde cada planta superior o cada árbol en pie,
 es una trampa natural, una mina de agua que se le sustrae a las nubes 
para pasársela a los ríos. Si el árbol desaparece, con él también se 
esfuma el agua, pues es la rugosidad de las copas que atrapa la humedad 
del viento y la condensa para que luego fluya por el cuerpo físico de la
 planta hasta alimentar el suelo. 
Este fenómeno tan importante
 se ve opacado y hasta eliminado totalmente cuando la minería descapota 
el suelo y lo deja totalmente desnudo. El suelo mineral se calienta muy 
rápido durante el día, elevando la temperatura más allá de lo normal y 
provoca el efecto contrario al que producen los bosques nublados. Eso 
quiere decir que en lugar de depositar agua en la napa freática, la 
substrae y se la devuelve a las nubes. Es así como las nubes drenan los 
suelos, le sacan agua al manto acuífero en lugar de aportarle.
Este fenómeno de sequía y desertización que promueve la minería a cielo 
abierto, casi siempre pasa por alto o se desconoce totalmente por los 
mismos especialistas que aún siendo expertos en minería, entienden muy 
poco de la dinámica desecante de la minería. Cualquier ignorante podría 
decir que es un disparate decir que la minería drena al revés el manto 
freático, pero es así en la realidad.
La minería le saca el 
agua a los suelos; pues en un suelo seco y expuesto a los vientos, 
siempre está perdiendo agua o exportando agua del subsuelo hacia el aire
 o hacia las nubes. Las corrientes de aire (brisas o vientos), por 
naturaleza, siempre tienen un efecto desecante, donde el agua del manto 
acuífero o napa freática, sube desde las profundidades del suelo hacia 
la superficie, a través de un fenómeno llamado "capilaridad".
Probablemente ese es el mayor impacto o el daño mayor que provoca la 
minería pero que nunca aparece reflejado en ningún estudio de impacto 
ambiental. De esta manera, en una zona de bosque nublado, donde los 
árboles están alimentando directamente a los ríos, la minería hace 
exactamente lo contrario, al desnudar el manto vegetal para dejar el 
suelo expuesto al aire y por lo tanto, a la desecación y a la 
desertificación. 
La Huella Ecológica de la Minería
Loma Miranda puede convertirse en ejemplo evidente, claro y palpable de 
todo lo que puede hacer la minería en una montaña extraordinariamente 
rica en biodiversidad, de un jardín repleto expresiones vivientes que se
 convierte en un desierto donde la vida huye al quitarle su sustento, el
 manto terrestre o materia orgánica y sustraerle el agua que llega por 
escurrimiento de la esponja del bosque nublado.
Si alguien por 
desconocimiento se atreve alegar que el bosque nublado está más arriba 
del proyecto minero de la Xstrata Nickel Falcondo; estaría reflejando su
 escasa visión de la dinámica natural del flujo subterráneo que rompe la
 minería a cielo abierto, donde nada se puede hacer para recomponer los 
canales naturales del subsuelo al ser redireccionados con los cortes.
Pero todavía peor, no solo se agrede una montaña de vida y se le 
sustrae el agua, sino que crea una herida que sangrará por mucho tiempo,
 pues la hemorragia de la minería a cielo abierto no se contiene con 
aplanar el suelo por bancos y colocarle una película verde encima; pues 
cuando el suelo pierde su capa orgánica, pierde su capacidad de 
absorción y administración del agua que le llega desde los árboles.
La erosión laminar o lavado del suelo, es incontenible en la minería y 
por tales razones se hacen las famosas presas de cola. El daño mayor de 
la erosión de la minería a cielo abierto no está en la cantidad de 
sedimento que arrastra, que es un problema mayúsculo en sí mismo, sino 
en las sales minerales que suelta la roca madre al ser lavada.
En el caso de Loma Miranda, se sabe que la laterita o roca madre rica en
 hierro y otro metal pesado, como es el cromo (5); es un peligro de 
contaminación potencial sumamente peligroso para los cuerpos de agua de 
la zona y los cuerpos de agua receptores a los cuales tributan los 
arroyos y ríos. Es decir no es por el uso de explosivos (22) ni ningún 
otro método o técnica de explotación lo que contaminaría el agua hasta 
hacerla no apta para el consumo humano, sino los metales pesados.
La "sal de cromo" que produciría la laterita de Loma Miranda, puede 
arruinar totalmente la calidad de las aguas que el bosque nublado y el 
flujo hipodérmico de las laderas de esta montaña le sirven al Río Jagüey
 que desciende rápidamente hacia el Valle de La Vega Real para juntarse 
más adelante con el Río Pontón y alimentar al Camú y por ende al Yuna, 
receptor final de todas las aguas de la cuenca.
Pero lo mismo 
podría ocurrir con los arroyos Barraco, Hatillo, Blanco, Guaní y 
Guardarraya que escurren desde los acuíferos de Loma Miranda para luego 
alimentar directamente la Presa de Rincón. Todas estas fuentes acuíferas
 pueden ser contaminadas con Cromo al ser lavada la laterita con las 
lluvias directamente desde el suelo desnudo o indirectamente con los 
movimientos de tierra y el mismo flujo subterráneo.
Todos estos
 impactos son invisibles y pasados por alto en cualquier estudio de 
evaluación de impacto ambiental; pero también hay otros impactos 
visibles que son imposibles de obviar, como son el descapote, remoción y
 eliminación de la cubierta boscosa, dejando sin su manto superficial 
las faldas de Loma Miranda. Ya no se trata de la eliminación de especies
 valiosas de la extraordinariamente rica biodiversidad florística de 
esta montaña, sino de desnudar la montaña conduciéndola inevitablemente a
 un proceso de desertificación.
La desertificación y la sequía 
son dos fenómenos naturales concurrentes que se convierten en uno de los
 retos de mayor consideración que está enfrentando la humanidad y a la 
cual se le tendrá que dedicar los mejores esfuerzos y energías de cara 
al futuro (1). 
Otro impacto derivado y que aunque no se ve, es
 más evidente que todos los anteriores, es la fragmentación y 
destrucción de hábitat (18). Este es el pecado mayor de la minería a 
cielo abierto, dentro o fuera del bosque nublado, pues se trata de 
aislar, separar, perturbar, menoscabar, simplificar y arruinar el 
espacio de la vida silvestre, la casa de animales que habitan en el 
suelo, en el tronco o tallo de los árboles, en las ramas, la copa y 
follaje de las plantas donde construyen sus nidos, hacen vida social y 
se reproducen.
Pero aún más, si nos olvidamos de la importancia
 de las aguas de la biodiversidad y los suelos; no podemos pasar por 
alto la destrucción del paisaje. El impacto ambiental más fuerte de la 
minería a cielo abierto, es sin dudas, el impacto visual, donde queda 
totalmente evidenciado la agresión ejercida contra el medio físico y 
biológico. Lo peor de Loma Miranda en este caso, es que queda a la 
orilla de la Autopista Duarte, la principal arteria vial de la República
 Dominicana.
Falconbridge ha tenido la suerte de que sus 
explotaciones mineras hasta el presente han tenido una pantalla natural 
que se las oculta, como ocurre con las lomas de La Peguera, El Verde y 
Frasier en Monseñor Nouel y las lomas de Ortega y Pontón en La Vega; 
pero Loma Miranda está totalmente expuesta a las principales vías que 
allí concurren. ¿Cómo ponerle una venda en los ojos de todo el que pase 
por allí para que no vea la destrucción?
Un ejemplo evidente de
 lo que pasaría en Loma Miranda de ejecutarse este proyecto, es Loma 
Pontón, que si estuviese expuesta como lo está esta, causaría un 
escándalo mayúsculo al ver que se ha apeado o destruido toda una 
montaña, al transformar totalmente su topografía y por ende, su relieve 
natural (5).
Un Bien Patrimonial
Hay cosas 
tan valiosas que nunca deben negociarse, que no se deben vender ni mucho
 menos alquilar (concesionarse). Loma Miranda es uno de esos ejemplos 
insuperables, que no solo es el segundo asiento de la vida más valiosa 
de La Española, sino, una inmensa mina de agua y que por algunos de los 
caprichos de nuestra madre naturaleza, sorprendentemente curiosos y 
maravillosamente misteriosos, está encima de un gran depósito de níquel.
Loma Miranda es un bien de la nación que ni se compra ni se vende. Se 
trata de una invaluable riqueza de la patria puesta bajo resguardo de 
sus hijos del presente, pero que le ha correspondido a cuidar y 
salvaguardar a los veganos y sus vecinos más cercanos de las provincias 
Monseñor Nouel, Juan Sánchez Ramírez y Duarte. De La Vega es el tesoro, 
pero quienes más y mejor lo disfrutan, son los moradores de Fantino, 
Rincón, Ranchito, Bonao y Macorís.
Esta montaña ubicada en la 
frontera donde Bonao y La Vega se dan las manos, es también la frontera 
entre el Yuna y el Camú, cuyos abanicos aluvionales han dado lugar a dos
 inmensas planicies, consideradas las más fértiles entre los campos 
agrícolas de la República Dominicana: el Valle Intramontano de Bonao y 
el inmenso Valle del Cibao Oriental o de La Vega Real.
Este 
tesoro de vida llamado Loma Miranda es un bien de la nación que para 
negociarse, venderse o negociarse para fines de destrucción, 
transformación o arruinarse hay que consultar previamente a todos sus 
dueños que son los dominicanos de hoy y los dominicanos que aún no han 
nacido pero que en cuestión de dos o tres décadas, vendrán a reclamar su
 propiedad. Son voces que hoy no existen pero son los dominicanos del 
mañana que vienen dotados de todos los derechos que hoy nosotros nos 
atribuimos, por el solo hecho de nacer en esta tierra.
Por 
estas razones es que los bienes patrimoniales, como su nombre lo indica,
 son de la Patria, cuya posesión supera a los gobiernos, funcionarios y 
dominicanos del presente para ser la propiedad de nuestros hijos y los 
hijos de nuestros hijos, razón por la cual nadie puede disponer de 
ellos, pues siempre existirá unas generaciones futuras que tienen que 
vivir con los mismos recursos que hoy disponemos. 
Ya en la 
"Eco 92", en la cumbre anterior a esta, se discutió el mecanismo a 
implementar para que las generaciones presentes escuchen las voces del 
futuro, las voces de los que aún no existen, que aún no han llegado pero
 que ya tiene derechos adquiridos por su condición humana que jamás se 
pierde en el tiempo ni en el espacio (17). Lester Brown, antropólogo y 
conservacionista norteamericano, así se había pronunciado en el mismo 
seno de las Naciones Unidas y ante la humanidad directamente al 
proclamar que "La Tierra que hoy nos sostiene y nos alimenta, no es una 
herencia de nuestros padres, sino una propiedad prestada que tenemos de 
nuestros hijos, sus verdaderos dueños".
Una Mina de Agua 
Para valorar a Loma Miranda en su justa dimensión es preciso evaluarla 
con una visión holística o espacial, pues de lo contrario es algo más 
que imposible hacer una valoración justa. 
Como se señaló 
anteriormente, ella es un muro que se levanta resueltamente como una 
barrera infranqueable al fondo del Corredor Yuna - Camú, deteniendo y 
atrapando la humedad de los vientos alisios provenientes del Océano 
Atlántico. De esta manera Loma Miranda es una represa de nubes, vale 
decir, una trampa de humedad que propicia y recoge las lluvias que se 
dan en estas inmediaciones de la Cordillera Central.
La 
captación de agua que hace esta vertiente nororiental de la Cordillera 
Central, desde Villa Altagracia hasta La Vega es una de las más 
pronunciadas que se dan en todo el territorio nacional y de ahí que se 
le haya denominado el "frente húmedo" (4). Frente húmedo porque nunca 
hay período de sequía y en cambio las precipitaciones alcanzan niveles 
tan altos que se aproximan a los 4,000 milímetros de precipitaciones 
anuales. 
Loma Miranda, por encontrarse colgando de las cumbres
 cordilleranas, recibe entre 2,500 y 3,000 mm/a (4), que son valores 
pluviométricos muy altos y que explican las razones por las cuales esta 
montaña es una verdadera mina de agua. Estos niveles pluviométricos no 
es necesario registrarse con instrumentos meteorológicos porque la misma
 naturaleza se encargó de colocar instrumentos mil veces más precisos. 
En la misma cabecera del Río Miranda que se encuentra en la margen 
derecha de la Autopista Duarte al subir la cuesta de esta montaña, es 
fácil de observar un bosque casi puro de Sablito (Scheflera morototoni).
Esta planta es un indicador natural de la pluviometría mucho más 
elocuente que cualquier pluviómetro o instrumento meteorológico 
destinado a registrar la humedad relativa o las precipitaciones del 
lugar donde hacen presencia, pues ella no crece, no se desarrolla 
naturalmente si las precipitaciones no rondan entre los 2,000 - 3,000 
mm/a. Su presencia en Loma Miranda indican que nos encontramos 
evidentemente frente a una mina de agua.
Precisamente, es ésta 
función inigualable que la minería a cielo abierto, puede arruinar, pues
 la minería practicada a cielo abierto rompe violentamente con el 
relieve, hace plana la topografía escarpada y hasta puede borrar por 
completo toda una montaña. La montaña es la represa de las nubes, donde 
cada árbol en pie es una trampa de agua, la cual se escurre como por 
encanto entre el follaje, ramas, corteza y hojarasca para rellenar los 
lagos subterráneos, de donde luego brotan los manantiales que 
paulatinamente se convierten en cañadas, arroyos y ríos.
Esta 
es la verdadera función que desempaña Loma Miranda y principal razón por
 la cual no puede ser negociada con la Xstrata Nickel ni ninguna otra 
empresa minera, ni hoy ni en el futuro. Con todo el dinero que aporte el
 níquel, el zinc, el hierro, el cobre e incluso el oro o cualquier otro 
mineral asociado..., todos juntos no superan el valor del agua, ni mucho
 menos la biodiversidad de este espacio natural (21). 
Miranda 
es una Mina de "agua", donde el níquel es tan solo su subsuelo o riqueza
 mineral intemperizada y orgánicamente sepultada para filtrar el líquido
 de la vida.
Romper con este delicado equilibrio de riqueza 
biológica autóctona, con los más altos niveles de endemismo y una 
floresta intacta que le sirve de trampa a la humedad de las nubes, que 
escurre y llena de agua la napa freática y como bendición irriga los 
campos agrícolas del Cibao Oriental, le quita la sed a San Francisco de 
Macorís, Rincón y Fantino entre otros de los múltiples asentamientos 
humanos que se despliegan en forma de racimo en ambas márgenes del 
corredor Yuna - Camú; sería un crimen de "lesa patria".
La Huella Social
Los daños de la minería a cielo abierto al ambiente, son invaluables 
cuando se ubican en zonas de gran riqueza hídrica, máxime cuando además,
 el escenario se compone de una extraordinaria biodiversidad como lo es 
Loma Miranda. Son los asentamientos humanos inmediatos de El Algarrobo, 
Sabana del Puerto, El Pino, Manaclita y las decenas de poblados y 
ciudades que dependen de las Aguas de Miranda como fuente segura de agua
 potable.
Este intento de agresión contra Loma Miranda no es un
 juego. Claro, para atentar contra esta montaña hay que tener una mente 
fría y ser un insensible ante la vida. Por eso es que no se entiende 
cómo se puede esgrimir razones técnicas o científicas para justificar la
 explotación minera de esta "reserva de agua", como si las lomas de La 
Peguera, El Verde y Ortega - Pontón, no fueran un reflejo fiel de lo que
 le pasaría.
Los riesgos ambientales de la minería a cielo 
abierto son multidimensionales y en el caso específico de Loma Miranda, 
tienen una connotación muy especial por su sensibilidad hídrica y 
ecológica de alcance social. Como se ha indicado, el descapote puede 
dejar al descubierto o a la intemperie una serie de metales pesados que 
pueden contaminar peligrosamente las aguas que se le sirve a decenas de 
poblados y asentamientos humanos.
La huella social y ecológica 
que representa la explotación minera de Loma Miranda debe comenzar por 
evaluar la inversión realizada por el Estado en la Presa de Rincón, el 
riesgo de afectar la calidad del agua que se le sirve a la capital del 
nordeste y poblados vinculados al sistema de acueductos que dependen del
 ramal principal Rincón - Macorís. Pero lo más inquietante es que se 
pueda poner bajo riesgo la producción agroalimentaria del principal 
granero agrícola de la República Dominicana (5).
Es por ello 
que la sociedad dominicana tiene una cita con su destino en Loma 
Miranda. Las comunidades de su entorno se han puesto de pie (21). Sus 
reclamos han sido escuchados por las comisiones de Medio Ambiente y 
Recursos Naturales del Congreso Nacional. La Academia de Ciencias de la 
República Dominicana y la Universidad Autónoma de Santo Domingo la han 
propuesto como Área Protegida y solo falta la decisión del Ministerio de
 Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Explotar Loma Miranda es 
un pecado ecológico muy grande que ninguna autoridad estará en capacidad
 de soportar. El pasivo ambiental que generaría posiblemente no 
encontrará suficiente recursos para ser resarcido. Todos los veganos, 
bonaenses y macorisanos, tienen que encontrar en cada dominicano, un 
grito de solidaridad y su mejor compañero de lucha. 
En Loma 
Miranda, es la nación dominicana la que se ha puesto de pie para impedir
 que una empresa minera de ultramar venga a arruinar su porvenir...
* Extracto del boletín especial de la Comisión de Recursos Naturales y 
del Equipo Ambiental de la Academia de Ciencias: LOMA MIRANDA; HUELLA 
ECOLÓGICA Y SOCIAL DE LA MINERÍA
 
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