Pienso que el cine dominicano acaba de experimentar una novedad interesante.
No desprecio la comedia como género fundamental del cine.
Se seguirá, por suerte, haciendo comedias, pero está llegando el tiempo de enriquecer temáticamente la pantalla Made in RD
Pero resulta un atrevimiento necesario hacer un cine comprometido socialmente con la realidad, sobre todo si se hace con profesionalidad.
Angel Muñíz acaba de presentar la película que siempre quiso hacer...y no podía...hasta ahora.
Asistimos anoche a la premiere de Ladrones a Domicilio en la re-descubierta Cinemateca Dominicana.
Y la experiencia fue altamente positiva.
Se trata de una película bien hecha y socialmente muy comprometida.
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Ladrones a Domicilio podría implicar como obra artística de consumo popular el giro temático más importante de la tendencia en el cine dominicano y está llamada a ser un fenómeno de expresión popular.
Se trata de la más valiente denuncia de la corrupción pública y privada, civil y militar, personal y de grupos que se haya formulado desde el naciente cine nacional.
Angel Muñiz tiene en Ladrones a Domicilio la película que siempre deseo hacer, expresión de una vieja concepción que procura destacar las maniobras y operaciones de enriquecimiento de sectores del poder público y privado.
No le gustará a todos sus espectadores, pero la mayoría de la gente se sentirá expresada en el hecho que discurre en pantalla.
El tema gira en torno a un dinero de narcotráfico en torno al cual hay más gente involucrada de la que se podría imaginar.
Pese a que ha desarrollado un buen plan de mercadeo, el mejor mercadeo de la película es la situación nacional de impunidad y protección del narcotráfico de algunos sectores políticos, policiales, legislativos, militares y del empresariado.
Lo que de dice en la radio y la televisión, lo que se publica en los diarios justo esta semana, es una plataforma publicitaria de coincidencia con la temática comprometida de Ladrones A Domicilio.
Unos millones de pesos que hay que trasladar de un punto a otro y para lo cual se contrata a unos incautos guachimanes, es el punto de partida.
Ese dinero, en el cual cada quien tiene aspiraciones de morder su parte, se hace el centro de las acciones de esta aventura de carretera.
Muñiz aprovecha el tema central para presentar una amplia gama de denuncias sociales, desde los supermercados que devuelven con mentas perjudicando con algunos pesos por cada compra (y que no aceptan que los clientes les paguen con las mismas mentas), la privatización de la educación superior, el picoteo de la policía a transeúntes en calles y carretera (que se ven cogiendo dinero a dos manos),( a pesar de que nos parece que en el caso de la agente AMET se excedió).
Pero no se limita el director a denunciar estos males cotidianos. También levanta un canto a la solidaridad entre los pobres, a la forman en que se ayudan unos con otros frente a desgracias comunes y destaca ese apoyo desinteresado que se verifica entre la gente del pueblo.
Manolo Ozuna, procedente del teatro, ha logrado con esta su mejor actuación dramático-humorística. Su rol muestra el talento que el actor es capaz desarrollar cuando cuenta con una dirección acertada.
Pericles Mejía, Miguel Bucarelli, Juan María Almonte, Lisetotte Min Mejía y Arturo López cumplen con eficiencia propia de sus capacidades. Bucarelli se las trae como senador de Higuey.
La gran sorpresa es la actuación de Billy Martin, quien hace de hijo de Pericles Mejía, un muchacho con chispa y que se constituye en una valiosa promesa para el séptimo arte de factura criolla.
La cinta es impecable y en la cual se han manejado con maestría los instrumentos del lenguaje cinematográfico: la fotografía y el balance de colores es uno de los mejor logrados por el cine criollo, la edición imprime ritmo y sentido a la trama; el sonido ambiental tiene el cuidado que pone Muñiz a sus obras y Roldán Mármol y Enerolisa logran una banda sonora para ser reconocida y coleccionada.
3 Comentarios
éxitos.