Tití
(Xiomara Rodríguez), Tatá Yamilé Scheker) y Teté (Elvira Taveras), son las
mujeres de los invisibles-visibles Tato, Teto y Tuto, sus tres maridos, sólo
presenten en la escena por la vía del celular o de los timbrazos, proporcionan
al público que acude a ver No hay hombre que dure 100 años ni mujer que lo
resista uno de los encargos teatrales más divertidos sobre las relaciones
afectivas, cotidianas, eróticas y económicas de la pareja maleada por los malos vientos del machismo bárbaro
(hay un “neo-machismo" que nunca ha sido objeto de una comedia teatral) que
inobserva las condiciones particulares de la mujer, las mal forma en su propia
autoestima y las reduce a objetos de consumo patriarcal.
A
partir de un libro de Rosaura Rodriguez, la directora Alina Marrero, tiene la
suerte de haber dado con tres talentos femeninos de la actuación para llevar a extremos más que risibles, la
exposición del hecho que en el fondo es drama silenciado, ese que marca con el
silencio que rodea a millares de mujeres sometidas a un tratamiento personal
que no es tán hilarante y gracioso como el presentado en estos 100 años
inaguantables de dominación fálica y mal entendida.
Xiomara
Rodríguez, Yamilé Scheker y Elvira Taveras se ponen en la onda de la farsa como
expresión divertidísima de la comedia para relajar y hacer justicia desde
escenario al encadenamiento femenino, pendiente incluso de llamadas que no
llegan por parte de sus propietarios de ocasión.
Magnifica la interpretación de
cada una de las tres divas, intenso en alegrías sucesivas el decurso de las
acciones de la escena, bueno el rejuego de imaginación-realidad-interacción con
el público, oportuno el repentismo de las tres con el auditorio. Tiempo de
escena aprovechado al detalle.
0 Comentarios