Dos persistentes goteras, justo en el centro delantero del
escenario de la sala principal, la Carlos Piantini, del Teatro Nacional, (llamado técnicamente proscenio)
cargaron de agua y verguenzas esa vital la zona de actuación y obligaron a colocar
unos plásticos azules sobre otro rojo, generando una inesperada confrontación personal entre el
empresario César Suárez y Niní Cáffaro, director de la institución., Era la
primera vez que el público se hacía testigo de un “mach” antes de una presentación internacional de este nivel.
Antes de iniciar la función, César Suárez salió a pedir
excusas por la “escenografía sub-real” en
el centro del escenario (refiriéndose a los cuatro grandes pliegos
impermeables que trataban de evitar que el agua inundara todo el escenario) y
responsabilizando a la dirección artística del Teatro Nacional de la situación.
Hablando ante el
público que pagó una boleta de tres mil pesos
para disfrutar del Ballet Nacional de Praga, Suárez llamó la atención del
Ministro de Cultura, José Antonio Rodríguez,
sobre el descuido y el desorden que considera impera allí y que ha
llegado al punto de hacer peligrar un elenco internacional en escena.
Suárez dijo que tuvo que llamar por teléfono al Teatro Nacional de Praga, en República
Checa, para que autorizaran a los bailarines a desarrollar la función, pese al
peligro que constituye el agua en escenario para quienes danzan.
Niní Cáffaro, director artístico del Teatro Nacional, respondió
casi de inmediato a Suárez en una intervención de cara al público desde su
palco, rechazando la responsabilidad por el hecho e indicando que ese defecto está
contemplado en una remodelación ya aprobada y que está en camino. Refirió que el Teatro demanda una reparación general
que él ha pedido y que se ha aprobado por parte de Cultura.
Las palabras de indignación de César Suárez fueron
aplaudidas por el público y las de Niní, no tanto. Incluso se escucharon
abucheos, entendibles si provienen de un público que le compró boletas a Suárez
y que estaba disgustado por las dos inoportunas goteras que siguieron cayendo
en el centro del escenario como si fuera la habitación de una familia
pobrecita.
Fue notable la profesionalidad con que los bailarines
checos desarrollaron la función, evitando la zona inundada. Era una mezcla de heroísmo
artístico con subrealismo tercermundista.
El asunto de las goteras no es nuevo y obedece a fallas en
la construcción del edificio que al parecer no ha habido forma de reparar en el
techo.
Revisando la prensa se encuentra con críticas de julio del
2010, escritas por Jorge Ramos, editor de espectáculos del diario HOY, quien
sostiene:” Debe
ser bien difícil para un bailarín, cantante o músico, concentrarse en su
trabajo para lograr una buena actuación, con una molestosa filtración en su
cabeza o en su instrumento. Un secretario de Obras Públicas del gobierno
de Hipólito Mejía (2000-2004), ordenó un trabajo temporal a la
edificación, porque para corregir los vicios de construcción habría que cerrar
el Teatro Nacional por un período de no menor de dos años”.
José Antonio Aybar, editor de la página web www.testigouno.com, hace cuatro años, el 27 de junio de 2010, escribió: “Pero no sólo el
teatro La Fiesta exige una reparación rápida para evitar que las lluvias caídas
en los últimos días en República Dominicana ahoguen esta infraestructura, ahora
se suma el Teatro Nacional Eduardo Brito de Santo Domingo. Anoche, en el
estreno de "West Side History" en esta principal sala de espectáculos
del país, los actores y bailarines criollos que se estrenaban recibieron la
bendición y no precisamente con "agua bendita", sino a través de una
gotera que, de buenas a primeras, hizo acto de presencia, sin ser invitada.
Desde
Diario Libre (Alfonso Quiñones), describió en 2010 “Las goteras del escenario de la Sala Carlos
Piantini del Teatro Nacional y la inundación del cuarto de utilería aledaño,
hablan de la necesidad de una urgente intervención por parte del Ministerio de
Cultura. Cinco minutos antes de
iniciar la obra “West Side Story, el escenario tenía goteras, lo cual pone en
peligro a los actores que por un resbalón podrían sufrir fracturas”.
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