Por Rosanna Vargas
/Redactora Enviada
El Ballet Nacional de Praga entregó este sábado en el Teatro Nacional, un talento que ratifica la tradición de la Gran Europa y que evidenció valor por encima de las peligrosas condiciones en
que se desarrolló. Estos artistas se presentaron en un escenario humanamente hostil y técnicamente
reprobable, a pesar de que finalmente
quedó en alto el triunfó del arte y lo sublime sobre el desagradable episodio de
las goteras.
En una demostración de profesionalidad, los bailarines
praguenses deleitaron con un programa rico en historias y emociones. Con una suavidad orgánica, Magdalena
Matejkova y Jonáš Dolník bailaron
“Return to a Strange Land”, un pas de deux de riqueza sensorial llena de
movimientos evanescentes y hermosos pasos entrelazados.
El “Regreso a
una Tierra Desconocida”,
una pieza de ballet profunda y poderosa en su simplicidad, acentuada por un
vestuario cuya cremosa doradez sugería uno
de los múltiples colores de la esencia de la desnudez: la piel.
Resultó conmovedora la fuerza y vivacidad de cada uno de los elementos del repertorio.
La fortaleza expresiva del Quijote con sus
vigorosas y técnicamente bien ejecutadas piruetas y fouettés en tournant, así
como la belleza triste de los cuerpos tendidos de Romeo y Julieta al final de
la primera parte del programa., proporcionó frescura y una dimensión lúdica a
la propuesta de los danzarines de Praga.
Espero que estos virtuosos bailarines regresen al país a
compartir nuevamente con los espectadores dominicanos.
Ajena a las dificultades, la compañía de Praga rindió un
tributo coreográfico a lo sublime, a lo agónico y a lo amoroso en el programa
presentado anoche y mostró la belleza del ballet en todo su rigor.
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