
¿Cuál es el punto racional que marca el final de las condiciones para escenificar la vida?
¿Existe ese punto? ¿Y si existe… es posible desafiarlo?
¿Qué capacidad de sacrificio tienen quienes no cuentan más que con talento, fibra vital, voluntad de hierro y las peores condiciones para escenificar trascendencias escénicas, a partir incluso de la dramática y mil veces inentendida soledad del monólogo cuyo texto ha permanecido vigente tanto por su tema como por su límpida belleza textual?

El tema debía ser objeto de algún panel imaginario en algún festival teatral también como todo en la escena- imaginario.
Los hombres y mujeres engarzados por la magia del teatro han demostrado que están dispuestos a todo… a todo.
Fotos: Producción de La Fierecilla Domada, dirigida por María Isabel Bosch.
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Estas reflexiones nos surgen como cuestiones a ser respondidas y por suerte demostradas todas en su utilidad desafiante, al participar del interactivo monólogo La Fierecilla Domada de William Skakespeare, por parte de la actriz argentina Verónica Belloni, dirigida por María Isabel Bosch, en La Cuarta, Espacio Teatral.
Teatro calidad en forma y fondo en sus más altas y nobles expresiones, pese a las adversas condiciones en que estas dos artistas, secundadas por el equipo de La Cuarta, para hacer teatro con más garra y fuerza que las circunstanciales condiciones adversas:
· Una promesa teatral que para disfrutarla te exige subir cuatro pisos.
· Un apagón que convierte la entrada en una boca de lobo que te pone a vacilar ¿habrá función o no?. Todo se ve oscuro por el hueco de la escalera. Parecía que no había nada. No era posible hacer teatro en estas condiciones.
· Pese a la grima que produce el panorama…nos decidimos a ver cuan fuerte podría ser la voluntad de hacer teatro…y subimos las cuatro plantas del edificio Jaar, de la calle El Conde de Peñalba con Espaillat, (esta famosa calle que se vistió de heroísmo y martirio cuando los jóvenes sublevados al Trujillismo agonizante, tomaron las azoteas en 1961).
· Al llegar, un farolito en la escalera de la Cuarta, y el leve ronquido de una planta eléctrica nos anuncian que debe haber teatro, el mismo, el prometido: La Fierecilla Domada parece ser, estrictamente, la luz al final del túnel.
Al fin…la escena
Lo imposible cedió el paso a la certidumbre de un arte que se sobreimpone a la carencia de promoción abundante, a la falta de una agencia de relaciones públicas que promueva en los medios la asistencia de los cronistas de arte, que sabe ser pese a la ausencia de un programa de mano fortalecido por la presencia de muchos auspiciadores y mecenas.
Nada de eso.
Solo Teatro, teatro verdadero, perenne, válido y oportuno a pesar del tiempo en que fue escrito, la de una Inglaterra victoriana, machista y patriarcal… hasta hoy, con el mismo machismo escamoteado de modernidad en los garfios del mundo digital y la modernidad neoliberal que nos encamina por estas rutas de ilusión, valores supuestos y premisas engañosas.
Pero más que eso…en La Cuarta, un público conformado por amantes locos del teatro, capaces de soportar las condiciones precedentes para marcar su experiencia y percepción con una actuación solitaria y múltiple de la Belloni, que se transforma con efectividad y magia en la Catalina sumisa o en el Perucho dominante.
Milagro en las tablas
El texto adaptado del dramaturgo y novelista inglés más importante del mundo se transforma en una diamantina representación de arte e ideas, bajo la conducción de una María Isabel Bosch, uno de esos seres que uno sabe perfectamente que el desarrollo humano no es un premio que baja del cielo ni al influjo de la fuerza de apellido alguno.
Sudor a raudales, un calor insoportable, asientos no confortables, ausencia de energía eléctrica, cuatro pisos a ser escalada…nada fue suficientemente fuerte para disfrutar de una experiencia teatral que no debía dejar de verse. Una entrega que debe ser vista por quienes aman al teatro y siguen temiendo a las alturas.
El próximo fin de semana tendremos el reto de ver a María Isabel contando los cuentos de su abuelo, un tal Juan Bosch, una entrega que nadie debería dejar de ver. Hagamos ejercicio frente a cuatro pisos a subir, hay luz o no haya, habrá Teatro en La Cuarta.
Con la demostración de la Belloni y la María Isbel, sudadas y orgullosas, ya fue suficiente.
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